El Gato Azul de Cieza y los intensos años setenta (parte II)

    Imagen cedida por Joaquín Salmerón Juan

La discoteca al aire libre que marcó a varias generaciones

Miriam Salinas Guirao

Si tuviera que medirse por suspiros la vida… muchas bocas volverían a inhalar el ambiente y la magia del Gato Azul. Todo cabía en el emblemático lugar ciezano, hasta la desgracia.

El 24 de agosto marca un antes y un después en el verano. Durante años ha servido a miles de ciezanos para olvidar los quehaceres y festejar, pero aquel 24 de agosto de 1978, la noche se atragantó.

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La batalla campal

Aquel día Cieza vivió una “batalla campal”, según las crónicas. Aquel día actuaba José Vélez, en compensación por su ausencia del año anterior: “Hacia las dos y cuarto de la madrugada, cuando el cantante se disponía a culminar su actuación, rogó al público asistente dos minutos de silencio. Y a continuación, (…) con la siguiente frase: ‘Ustedes han pagado trescientas pesetas por verme actuar, pero yo lo hago sin cobrar un céntimo’. Según algunas versiones el cantante pronunció palabras de las que podía derivarse el adjetivo ‘estafadores’ para los empresarios. (…) Seguidamente una serie de gamberros comenzaron a arrojar piedras al escenario (…). A partir de ese momento todo fue confusión, desmanes, tensión, grifos rotos, espejos hechos añicos, golpes por uno y otro lado… Y como resultado varios heridos de distinta consideración. Las cajas de whisky, ginebra y otras bebidas alcohólicas y refrescantes fueron sacadas una a una a la calle. La jauría continuó en plena calle. Concretamente en el paseo de Los Mártires, las botellas fueron rotas; frente al bar de la Peña Deportiva, los saboteadores rompieron el mástil en el que ondeaba la bandera nacional. (…) Los provocadores y estimuladores de la masa, parece que son unas veinte personas reconocidas por sus acciones incívicas. Unas 15.000 pesetas fueron sustraídas de la barra”. (Línea, 26 de agosto de 1978). Joaquín Salmerón, presta su testimonio; él se encontraba allí y corrobora lo publicado: “Vino José Vélez, actuó y cuando estaba terminando dijo que lo habían estafado. Se vivían momentos tensos: esa misma tarde en la plaza de toros habían tirado trozos de pan duro contra la presidencia. En El Gato Azul se saltaron por la valla, armaron el lío, tiraron sillas y mesas que cayeron e hirieron a muchas personas”.

Aquel 24 de agosto Cieza estaba caldeada. Durante la tradicional corrida de toros, un problema con el aforo acabó con un grupo de personas en el ruedo y con la imposición por el gobernador civil de la multa de 500.000 pesetas a la empresa organizadora por haber expendido mayor número de entradas. Poco después, la reyerta de la noche dejó a José Vélez una multa de 200.000 pesetas por provocar alteración del orden público en El Gato Azul.

“Esto se acabó”

El 27 de agosto de 1978 Línea publicaba las primeras intervenciones públicas de los empresarios. “El Gato Azul se quedará como está. Ya no lo abriremos más. De ahora en adelante podrá ser almacén, pero no seguiremos gastando dinero para que otros se diviertan y nos rompan el local. Esto se acabó”.

Después de la triste noche El Gato Azul no volvió a brillar con la misma intensidad. “Mi padre no quiso llevarlo personalmente, lo alquiló para explotarlo, no quiso tener más líos. Años más tarde vendió también la discoteca Sapporo”, recuerda Joaquín. Todavía pudieron pasar por Cieza artistas como Jarcha, el 25 de agosto de 1979; en 1980, Pecos, Isabel Pantoja, Los Panchos, José Luis Perales, Sergio Facheli, Trigo Limpio… Se pudo volver a bailar y se siguieron celebrando galas benéficas contra el cáncer, pero la huella de aquella noche no se marcharía.5

José Vélez, condenado

En septiembre de 1980 se retomaba el asunto en prensa. La Audiencia Provincial veía el juicio contra José Vélez. Las pérdidas se situaban en siete millones, junto con la destrucción casi total de las instalaciones. Por aquel entonces las doscientas mil pesetas de multa no habían sido abonadas. Varios vecinos de la localidad presentaron también solicitudes dé indemnización por los daños y perjuicios que provocó el gran caos en las tierras que circundaban la sala de fiestas, donde había plantaciones y sembrados. También declararon en contra algunas de las personas que resultaron heridas durante el altercado.

José Vélez mantenía su total inocencia afirmando que explicó las razones por las que no cobraba, por el incumplimiento de un contrato firmado el año anterior, por el cual debía haber actuado en Cieza durante la feria de 1977. Esta decisión fue adoptada después de que José María Salmerón denunciara el hecho en Magistratura, donde se le ofreció esta alternativa o la posibilidad de pagar ciento cincuenta mil pesetas de indemnización. Salmerón mantuvo que el cantante no explicó en absoluto las razones por las que no le iba a ser remunerada aquella gala, y que cuando intentó él acercarse al micrófono para hacerlo era tan grande el escándalo que no lo consiguió. “A continuación, algunos de los espectadores empezaron a arrojar vasos, botellas, sillas y todo cuanto se encontraba en el interior de la sala, hasta destruir las instalaciones de la misma”, así figuraba en la información de María José Gil del 24 de septiembre para Línea.

Los hermanos de José Vélez declaraban en 1982 (Línea, 22 de agosto): “Él no fue en el 77 a actuar, porque tenía que intervenir en Sopot (Polonia), en un festival en el que representaba a España, su patria, y además ganó. Aquel año anulamos todos los contratos, y los demás empresarios no dijeron nada, excepto el de Cieza. Magistratura le obliga a actuar en ‘El Gato Azul’ o bien a indemnizar al empresario con 150.000 pesetas. A él le hubiera venido mejor pagar la indemnización pero fue a actuar a Cieza para demostrar que no tenía nada contra aquel pueblo, y él, de su bolsillo pagó a los músicos, técnicos y manager. Porque ellos no tienen nada que ver. Es el negocio”. Los hermanos del cantante reconocían que su hermano no tenía que haber dicho nada de que “actuaba gratis”, “pero él —justificaban— es así, de sincero y espontáneo y no preveía lo que iba a suceder que, desde luego, no es tanto como el propietario dice”, declaraban.

A finales de agosto de 1982 se publicaba en prensa el acuerdo alcanzado. José Vélez accedía a pagar la indemnización por los daños ocurridos en la discoteca El Gato Azul, de Cieza. José Vélez fue condenado por la Audiencia Provincial de Murcia a un mes y un día de prisión, y el Tribunal Supremo,- ante el que se había presentado el conveniente recurso-, ratificó la anterior sentencia. Contra el cantante fue dictada una orden de busca y captura y, anecdóticamente, un día antes de su detención en Elche, se recibió en un Juzgado de Murcia un telegrama en el que se especificaba que el paradero de José Vélez «era desconocido», a pesar de que actuaba allí. Pero era detenido en la madrugada del lunes 16, en Elche, y recluido en las dependencias de la Policía Municipal. El sábado se le decretaba la libertad condicional.4

«Se personaron en Murcia dos amigos del cantante, Ildefonso Padrón Mena, persona que posee varias discotecas en Las Palmas, y Miguel Jimena, de Alicante, y fueron ellos los que terminaron de solucionar esto», explicó el dueño, José María Salmerón. José Vélez fue condenado a pagar la fianza de 3.621.000 pesetas como indemnización por los destrozos de la discoteca y por los heridos. «No ha pagado los cuatro millones que declaró a la Prensa después de salir de la cárcel, sigue dudando Incluso de los peritos que tasaron los destrozos, porque asegura que los daños no ascendían de las 50.000 pesetas, cuando los peritos dieron una cifra de más de tres millones». Los jueces dieron carpetazo al caso y la indemnización fue otorgada, por un acuerdo entre las partes; se le han aceptado unas letras y el dinero en efectivo fue para consignar en el Juzgado. «Yo arreglé la discoteca en el 78, y no voy a recibir el dinero hasta el 83, pero no me importa. Lo bueno es que el caso está saldado y que por mi parte no hay ninguna clase de rencor. La justicia está por encima de todo, y lo que dice está bien», declaraba José María. «Sus amigos me comentaron que lo que podíamos hacer era que José Vélez viniera a Cieza para olvidar rencores antiguos y para que mi nombra fuera restablecido en el pueblo. Le contesté que los ciezanos están conmigo, porque sencillamente  saben lo que ocurrió. Yo le dejo mi sala, le facilito todas las cosas que quiera si desea venir a actuar aquí. La taquilla será para él, para que le ayude a pagar la indemnización o para cualquier centro de beneficencia. De esta forma creo qua queda demostrado que a pesar de todo no le guardo ningún rencor»(25 de agosto de 1982, Línea).

Así se cerró el pleito, pero no con ello la historia del emblemático lugar. Las memorias no olvidan los bailes y las fiestas, tampoco las actuaciones: los años de vida de El Gato Azul.

 

 

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